Reseñas periodísticas sobre nuestros libros

LOS ABANDONADOS
Luis Mey
Factotum ediciones
Páginas 174
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*Ricardo Bajo H.

El debut novelístico del treintañero escritor argentino Luis Mey trae de nuevo un ejemplo de la buena salud de la joven narrativa latinoamericana “acusada” sin fundamento de haber arriado las banderas de lucha política y social de las supuestamente luchadoras generaciones anteriores.
Los abandonados narra los avatares de un joven porteño de clase media empobrecida y embrutecida y nos sumerge con facilidad espantosa en un relato ágil en primera persona:
sexo, humor negro, cama y anarquía son los pilares de “Maxi”, apodado en la villa miseria como “Porquería”, un “treintagenario” músico que vive de las rentas de un viejo “hit” con su antigua banda de éxito pasajero y donde la Argentina se pinta crudamente como un país de infelices. Trasluciendo un descreimiento total en toda esperanza, tanto vital como colectiva, la novela retrata a una buena parte de la juventud desengañada, desilusionada, abiertamente existencialista e incluso nadaista, donde lo único que reconforta es el placer inmediato, siempre enfermizamente sexual, desprovisto de cualquier sentimiento de afecto: : “Los que reprimen su necesidad de sexo están enfermos, los que sólo tienen sexo sin amor, también. Y los que solo
amaron, también”.
Un microcosmos deprimente de una sociedad en decadencia, sin valores ni ética alguna, donde las relaciones humanas son sinónimo ineludible de conflicto y donde la única “receta” para conseguir cariño y fidelidad es comprarse un perro: “diez años de amor incondicional asegurados”.
La “opera prima” de Mey, con un lenguaje deudor del video clip feroz y la cinematografía de diálogos secos, plantea siempre dudas y no respuestas, errores y no logros, confusión y no sapiencia, como la vida del propio protagonista que vive un particular descenso a los infiernos con el libreto de un plan perfecto de autoeliminación, en soledad, rechazando amores y parejas con promesas de sexo salvaje y amor duradero.
La única esperanza que el autor se permite obsequiar y donde el lector huye despavorido en busca de luz es el recuerdo de “aquel día de suerte” que recuerda, al estilo de un “flash back” fílmico, después de un extraño por inesperado final.





BAILACADABRA
Carlos Torres Tangarife
Factotum Ediciones
218 páginas
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*Gabriel Cetkovich Bakmas

Escatológica y sexualmente obsesiva, la escritura parece por momentos la expresión de un adolescente fascinado con el permiso para hablar de caca, cagada, tetas, pene: una mirada de los cuerpos desde la excrecencia y los genitales. A medida que leemos, vamos descubriendo que en la historia se va tejiendo un drama, que alcanzará su clímax en las últimas páginas del libro.
Comenzamos con un protagonista que fantasea con estrenar las nuevas tetas que le pagó a su novia. “Es difícil reconocerlo, pero ya es necesario un cambio.”.
El que espera desespera, y busca satisfacer sus urgencias sexuales. Engaña a su esposa con otras mujeres, pero sus novias clandestinas lo engañan a él. La fidelidad no es un valor y el sexo es una prioridad, más que una pulsión, un modo de vida que signa los lazos sociales. En este aspecto, el autor desnuda los tabúes que la superyoica sociedad reprime, e invita al lector a participar de la otra gran escena, la del baile. El protagonista practica sus pasos de salsa al ritmo de la voz de Celia Cruz, o baila en la discoteca con los sones de Willie Colón. La sexualidad apenas se sublima en la sensualidad de los movimientos de piernas y caderas, en la danza erótica de los cuerpos, en la proximidad de los sudores.
La escritura misma reproduce ese frenético movimiento y es ritmada con los raccontos de  su infancia, su primera masturbación, su glotonería infantil, las cervezas que le roba al padre. Como en la música, un leitmotiv sostiene la atención del lector y contribuye a la creciente tensión narrativa. “La vecina que vive en el departamento de arriba tose, tose y tose.¡Caof!, ¡caof!, ¡caof!”. Como los latidos de un corazón delator que sólo el criminal escucha, esa tos es la presencia amenazante de lo que está afuera de la escena, el asomo de una realidad devenida fantasma, que abre las puertas para que que se desencadene el conflicto. Las tetas se transforman en el pañuelo con que Shakespeare resumió la enfermedad de los maridos celosos. De ser objeto del deseo, el cuerpo femenino pasa a ser artífice de la autodestrucción del amante. Sobre el final, ni su mejor amigo le atiende el teléfono.



 
LA ALEMANA
Gustavo Escanlar
Factotum ediciones
Páginas 102
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*Guido Carelli Lynch

Borges, solemne como declaraba y pensaba el misterioso oficio de escribir, dijo alguna vez que quien encuentra un tono halla un destino. El uruguayo Gustavo Escanlar, lejos del empalagoso fatalismo de los grandes escritores rioplatenses, encuentra en su séptimo libro y el primero editado en la Argentina, uno muy particular, violento y tan veloz que ya en las primeras páginas parece insostenible. Sin embargo, logra mantener la voz frenéticamente coherente del narrador lumpen a lo largo de las cien páginas de su nouvelle, la misma con la que le paga al lector con algunas pequeñas dosis de introspección existencialista traducidas en metáforas que sólo logra la calle. La prosa y el argumento de La alemana logran seducir a aquellos lectores que, de tanto en tanto, ingresan a la literatura por una puerta lateral, aquellos que son un poco más jóvenes y más vírgenes de lecturas. La protagonista de la novela es Gala, emigrante alemana, mujer autosuficiente y fálica, administradora de un puticlub, rodeada de una corte de narcos más y menos pesados, policías corruptos, todos oscuros pero simpáticos, todos demasiado vivos, porque siempre andan tentando a la muerte. No obstante, la verdadera heroína resulta la ciudad de Montevideo: el escenario donde transcurren todas las acciones, las relevantes y también, las transiciones maquilladas de divergencias que logran mantener el ritmo, doblando la apuesta y el suspenso. En los barrios marginales de la capital uruguaya, que el autor conoce y tan bien refleja, se aprecia otro ejercicio gozoso para los lectores y es cuando se compara esa ciudad con las de Onetti, Benedetti o Galeano. Pero en la ciudad de Escanlar no hay lugar para el fondo gris montevideano, para los estereotipos, para el carnaval o el candombe, porque la tradición se convierte en un ”verso para turistas”. Este autor, participante en más de una de las antologías de una generación latinoamericana orgullosa de su “disgregación germinal”, de su multiplicidad de estéticas, que a veces se confunde con anomia, encuentra una voz propia en el registro sucio de La alemana. Ese es quizás su mayor acierto, el que ayuda a sostener el tono y obliga a preguntarse cómo se leerá este libro dentro de 25 años.



LAS GARRAS DEL NIÑO INÚTIL
Luis Mey
Factotum ediciones
Páginas 222
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*Factotum Ediciones

“Le grita a la tele, nos pega a nosotros y después se reconcilia con Dios, a solas”. Así ve Maxi, el cuarto de cinco hermanos, la figura de su padre durante toda su infancia. Peronista, aunque trabaja con los radicales, televidente compulsivo, alcohólico, algunas veces periodista, hincha de River o de Boca, según la conveniencia, golpeador y, sobre todo, una incógnita. Ese el padre de Maxi en Las garras del niño inútil, segunda novela de Luis Mey.
El humor y la tragedia, en una lectura veloz y compulsiva, retazan y resumen una familia argentina disfuncional, de clase media baja, entre los ochenta y los noventa con oscuras particularidades. Una madre sumisa y sin embargo emocionante. Tres hermanas intentando salir del infierno. Un hermano atrapado en la violencia del padre. Y Maxi observándolo todo con dolor y esperanza. “Pero vivir en familia es como ser viejo: la muerte y la demencia están al acecho, siempre”.
Después del éxito de su primera novela Los abandonados, llega esta historia real con humor, tragedia y un ritmo avasallante.


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